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El agente de fronteras, Brian Terry, murió hace casi un año. A pesar de los titulares, diarios, sobre el escándalo que atraviesa la Administración Obama, sus padres no han dicho ni una palabra sobre el programa de EE.UU., que ayudó a suministrar las armas, con las que asesinaron a su hijo.

Hasta ahora.

En dos entrevistas distintas, Josephine y Kent Terry, criticaron, duramente, el pasado martes, a quienes, ellos creen, son responsables del asesinato de Brian, el Fiscal General, Eric Holder, su ayudante Lanny Breuer, anterior Fiscal de EE.UU., Dennis Burke, y los funcionarios de la AFT, que aprobaron, ejecutaron, y supervisaron la Operación, Rápido y Furioso.

“Creo que mienten, y se lo diría a la cara,” agregó Kent Ferry, desde su domicilio, en central Michigan. “¿Qué le diría a Eric Holder? Nada agradable, eso seguro.”

Terry tiene más de 70 años, está paralizado, y vive en una silla de ruedas, tras sufrir un accidente, hace 17 años. Su ex-mujer, Josephine, vive a 90 minutos, al norte, cerca de Detroit.

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“Si nunca les hubiesen dejado irse con las armas, quizá no le habría ocurrido nada a Brian, ese día,” dijo Josephine. “No puedo creerme que, nuestro propio gobierno, sea el responsable de un programa como este, que deja morir a gente inocente.”

Creo que mienten, y se lo diría a la cara

— Kent Ferry

Los Terrys vieron la comparecencia de Holder, ante el Comité Judicial del Senado, el pasado martes. Cuando le preguntaron si le gustaría pedir disculpas a la familia, Holder respondió, no, diciendo que sólo se arrepentía de lo ocurrido.

“Queda claro el tipo de persona que es,” se lamentaba Kent. “Para mí, ni siquiera es una persona. Desconozco si tiene hijos, pero si perdiera uno, pensaría de otra forma.”

“Yo me senté a llorar y llorar,” agregó Josephine. “Fue cruel. Disculparse ante todo el mundo quiere decir que, al menos, están intentando arreglarlo. Él no.”

Sobrecogido por la respuesta, Holder envió a los Terrys, una carta, el pasado miércoles, diciéndoles que sentía la pérdida de su hijo. La carta se filtró a la prensa, antes de que la recibieran los Terrys.

Holder, en su investigación, reprende al Congreso por jugar a “aquí te pillo” y a “señalar con el dedo acusador”, pero la familia no está de acuerdo. Dice que ningún funcionario de la administración les explicó nunca, por qué la AFT vendía, con pleno conocimiento de causa, armas a criminales. Josephine, por su parte, sostiene que el anterior Fiscal de EE.UU., Burke, le engañó, intencionadamente, cuando le dijo, en marzo, que las afirmaciones de los  chivatos eran “falsas,” ya que, los documentos prueban que Burke sabía que decían la verdad.

"Dennis Burke vino a mi casa y me dijo, 'No, ninguna de las armas que portaban es la que mató a Brian. Ninguna'."

Burke, cuya oficina estuvo al mando de la operación, dimitió el pasado mes de septiembre.

Kent, ex-mecánico de automóviles, compartía con su hijo, su amor por los coches. Cuando Brian murió, envió su Corvette, del año 2006, de Arizona a Michigan, donde permanece, hoy, en un garaje. El automóvil está en perfecto estado, salvo por una mancha negra, en el asiento del conductor.

“Ahí es donde su arma rozó el cuero,” subrayó Kent. “Todavía puedo verle, como aquel día que vino a casa, con el sol brillando, en su cabello. ¿Podré superarlo? Suelo subirme a su coche. Me cuesta mucho ir al cementerio. No debería estar ahí. Yo sí. Nadie debería sobrevivir a su propio hijo.”

Dice que, todavía, no ha superado la muerte de su hijo. “Es duro. Casi no duermo, sólo pienso en él, le quiero con todo mi corazón.”

Josephine es fuerte, pero lleva, como puede, su duelo. Cada mañana entra en el perfil de Facebook, de Brian, y mira videos, y fotos de su vida.

“Me ayuda a superarlo, es como si, todavía, estuviera a mi lado,” dijo.

Ambos padres quieren que Holder dimita, por la respuesta que dio, a una pregunta del senador republicano, por el estado de Texas, John Cornyn, que preguntó, a Holder, si no  cree que, su responsabilidad, era la de haber estado al corriente, de la Operación, Rápido y Furioso.

“En el Departmento de Justicia trabajan 115.000 empleados,” dijo Holder. “Es imposible conocer, a diario, los detalles de todas, y cada una, de las operaciones que se llevan a cabo.”

A lo que Kent replicó: “Holder dice que tiene 115.000 empleados a su cargo. Ese es su trabajo. Y, si no es capaz de hacer su trabajo, que presente la dimisión.”

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