By , AOL NOTICIAS Gabriel Lerner
Published December 17, 2016
En una breve alocución que fue transmitida en vivo por las principales cadenas de televisión nacionales, el presidente Barack Obama apeló al pueblo estadounidense para que ejerza presión directa sobre aquellos congresistas republicanos en la Cámara Baja que se oponen a un acuerdo presupuestario.
"Les pido que levanten su voz. Si están a favor de un enfoque balanceado, hagan que sus congresistas se enteren. Envíenles un mensaje... el mundo entero nos mira", dijo el mandatario.
La dramática apelación de Obama culmina una jornada más en la que republicanos y demócratas en ambas cámaras legislativas no pudieron ponerse de acuerdo respecto al aumento en el "techo" de la deuda nacional. La ley establece que el Congreso debe aprobar ese aumento en la deuda para que el poder ejecutivo efectúe los pagos sobre legislación aprobados con anterioridad.
Hasta ahora y desde los años 50 del siglo pasado, el Congreso ha aprobado esta medida sin inmiscuir diferencias políticas en las consideraciones financieras. Así, como lo detalló Obama en su discurso de hoy, el ex presidente republicano Ronald Reagan lo hizo 18 veces; siete veces su sucesor George H.W. Bush, y ahora le toca el turno a él.
El anuncio de la alocución pública de Obama despertó esperanzas de que finalmente se llegaba a un acuerdo entre las partes. Sin embargo, el mandatario se limitó a detallar – repitiendo párrafos enteros de discursos anteriores – el momento actual y los enfoques que diferencian a las partes.
"Hay dos enfoques, uno balanceado que pide a cada uno dar algo sin sacrificar mucho... reduciendo el déficit en 4 billones de dólares, una propuesta bipartidista", dijo Obama, mientras que "un importante número de republicanos en la Cámara Baja solamente aceptan un enfoque de recortes únicamente, no les piden a los más pudientes – millonarios y billonarios – dar nada".
Este grupo, dijo Obama, quiere cerrar el déficit con recortes a programas que "nos importan a todos" y que "ponen el peso de la crisis sobre las espaldas de las familias de trabajadores".
El discurso de Obama fue una demostración más de que el país no se acerca a un acuerdo presupuestario. Esto ya ha sucedido más de una vez durante la presente administración, en una era caracterizada por una férrea oposición del partido republicano, especialmente desde que este partido recuperara en noviembre pasado la mayoría en la Cámara de Representantes.
Sin embargo, lo dramático de la presente situación es que podría llevar a Estados Unidos a una moratoria de pagos, por primera vez en su historia. Y ello sucedería, no por un problema financiero, sino por una confrontación política.
Detrás de la insistencia republicana en no llegar a un acuerdo con el gobernante se encuentra su deseo declarado de que Obama sea un "presidente de un solo término", a quien no le concederán ningún tipo de victoria y que quieren ver reemplazado en enero del 2013.
Alternadamente, el poder sin precedentes que le confiere su mayoría en una de las instituciones legislativas es usado para avanzar una agenda destinada a hacer realidad las principales ambiciones republicanas: dar por tierra con lo estipulado en el "New Deal", es decir, los cambios instaurados por el presidente Roosevelt en los años 30, que ayudaron al país a salir de la Gran Depresión otorgando poder de compra a la clase media estadounidense, instituyendo la seguridad social, el seguro médico y de desempleo.
Por su parte, Obama ha estado insistiendo en un enfoque que le permita enfatizar las diferencias dentro del partido republicano. En efecto, desde el surgimiento de los grupos del 'Tea Party' en 2007, la candidatura de Sarah Palin a la vicepresidencia el año subsiguiente y la elección de políticos cada vez más conservadores bajo el símbolo del GOP (Good Old Party), se han acentuado estas diferencias con los sectores tradicionales, o más moderados dentro de esa institución.
De esa manera, Obama trató de congraciarse con el presidente de la Cámara Baja John Boehner, identificado como uno de los moderados, diciendo que "nuestro enfoque balanceado es lo que [Boehner] ha estado trabajando conmigo durante semanas".
Sin embargo, en un discurso inmediatamente después del de Obama, Boehner dijo que pese a la oposición de éste último a una solución de corto plazo, seguirá bregando por ella.
"La solución a la crisis no es complicada... podemos hacerlo y espero que el Presidente Obama se una a nosotros", dijo Boehner. "Lo he dado todo, he hecho un sincero esfuerzo con el Presidente, pero él no aceptó mi respuesta positiva", agregó, aludiendo a que en un discurso anterior, el presidente acusó a los republicanos de ser incapaces de "decir que sÍ".
"El Presidente quiso un cheque en blanco hace seis meses y lo quiere ahora y eso no va a suceder", dijo Boehner.
Para que el Congreso pueda aprobar un proyecto de ley el 2 de agosto, se debe llegar a un acuerdo este miércoles 27. Ante la baja probabilidad de que ello ocurra, se hace más y más concreta la posibilidad de una seria crisis. Y si bien la mayoría de los analistas y participantes no abandonan la idea de que un pacto es inevitable para la fecha decisiva o pocos días después, el impacto del fracaso puede ser tal que ponga en juego la continuación de Boehner como presidente de la Cámara y la segunda presidencia de Barack Obama. Pero más graves serían las consecuencias para la economía del país más próspero en la historia de la humanidad: Estados Unidos.
[Si no hay un acuerdo] "no tendremos suficiente dinero para pagar todas nuestras cuentas, que incluyen los cheques mensuales de la jubilación, los beneficios para los veteranos de guerra, los contratos gubernamentales con miles de proveedores", dijo Obama.
"Por primera vez en la historia nuestro crédito bajará de su calificación de Triple-A... las tasas de interés saltarán en tarjetas de crédito, hipotecas y pagos de préstamos de automóviles".
Sin embargo, a medida que baja el polvo de estos discursos bélicos y que los elementos más influyentes de la sociedad - la banca, Wall Street - hacer oir su voz de manera más estentórea, si se lee entre líneas se perfilan las bases del acuerdo. De hecho, las posiciones se han acercado sobremanera en los últimos días.
Mientras que en el inicio demócratas y Administración veían todo intento de condicionar el aumento del "techo" de la deuda a recortes en programas sociales como chantaje, paulatinamente fueron aceptando y haciendo suyo ese punto de vista, insistiendo débilmente en que los recortes vengan aparejados con correcciones impositivas para quienes ganan más de un cuarto de millón de dólares al año o más. Cualquier corrección, con tal de apaciguar a su ala más liberal.
De treinta puntos de disensión, según asesores del presidente, que tenían hace una semana, quedaron tres. Tanto la propuesta que elevó Boehner y que pretende llevar a votación entre el martes y el miércoles, y la generada por Harry Reid, el líder demócrata del Senado, no incluyen aumento de impuestos. Solamente recortes, por sumas fabulosas. En ambas desaparecerán porciones de Medicaid, Medicare y el Seguro Social. De hecho, las posturas republicanas están siendo incorporadas, en su mayor parte, al acuerdo final.
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